Sentí como muy despacio se iba desprendiendo de mi, como si alguien lo arrancara.
El sonido de su alma saliendo de mi columna estremeció mi cuerpo haciéndo rebotar todos los órganos, me atravesó los pulmones y no hizo demasiado esfuerzo en agarrarse a mis costillas para no salir y permanecer amarrado, caliente, en calma y conmigo.
El corazón ni lo rozó.