29 de julio de 2011

Nunca he sido de levantarme la falda y arrodillarme delante de ningún atril para que desplacen una cortina y tenga que confesarle a una persona con muchos más pecados que yo todas mis lujurias y mis penas, nunca he sido de esas, no me gusta confesarme y ya ni me arrodillo para lo imprescincible, pero a tí y sólo a tí te confesaré algo. No somos tan diferentes, nos puede el saber por encima de todo, la soledad de la noche y otras tantas cosas que es estúpido decirte a estas alturas. Y como iba contando señores, debo confesar que aún veo su nuca entre la gente, la añoro y al rato la obvio. Debo deciros que no soporto los besos regalados, tan comunes entre todos y me da un asco inmenso la gente que los da, tal vez sea por eso que me los guardo, estúpidamente me los guardo como si fuera a venir una abalancha enorme y tuviera que protejerme de todos ellos unicamente con mis besos, con esos que no quiero dar.

12 de julio de 2011

Existe un punto, cuando llegas a la cima, a la cumbre de todo lo absurdo, en el que lo mortal te resulta tan banal y tan álgido que todo tu cuerpo se une en una vorágine de hastío y empacho. Justo en ese punto, en el que desaparece la tenue silueta de lo que te resucitaba, se desvanece toda la paz, aquella pureza con la que desplegabas las alas, tan blancas que aturdían. Y en el final de la cumbre esas alas se vuelven oscuras para cubrir, por fin, la honestidad que te fue negada mientras te anudaban a la muchedumbre.

10 de julio de 2011

Me rebelo, tengo ese estúpido defecto. Me rebelo ante lo que no tengo y  ante lo que antes, cansado de trasnochar de cama en cama, siempre volvía a descansar de tanta jauría cerca mía. Impugno con rabia el exceso de lujuria previo ataque, la ausencia y el decoro con que lo llevas. Me retuerzo ante mi profundo  desapego con las nuevas manos deseosas de arañar mi pálida espalda y respondo con rabia ante esta nada que me envuelve y me atrapa, deslizándose como siempre entre mi pelo.

3 de julio de 2011

Mis días son un continuo devenir de pilares de orgullo, experiencias mal vividas y atracciones terribles hacia lo desconocido. Lo que me rodea está enganchado a asquerosas banalidades que se sumergen en ideales estúpidos, sin convicciones ni ganas de una buena réplica. Lo que fue, ahora no pasaría ni la primera criba y a lo que viene lo envuelve una tremenda pereza, sabiendo de antemano que vais a aburrirme.
Mi inconformismo supera máximas y lo que veo no me alcanza.