Fantasmas de humo sobrevuelan los alrededores. Vieron caer al gigante, una abrumadora sensación no apta para mentes frágiles que se despeñan por acantilados de niebla. Inventaron el motivo y falsearon el regreso. Beatos estúpidos que afirmaron su muerte, ponen ahora en juicio su fe mientras observan movimientos de cenizas. Se le ha negado el calor de los cuerpos y el estremecimiento de las almas dándo a cambio sangre y mentira. Y ya no siente nada.