Hasta que el polvo de los baños y el olor a fulana termine por devolverte el aburrimiento de siempre, para que entonces te repitas muy fuerte que yo no fui nada, que me dejaste marchar porque tú eras lo primero, que no vas a hacer nada por mi, una vez más. Hasta que lo cantes tan alto que acabes convencido de que hiciste lo correcto. Porque a esto sabemos jugar todos, puedo ser la más puta del corral, puedo intentar doler y dejar que los murmullos de la gente me hagan cosquillas en la espalda, porque tan solo conseguirán hacerme eso, rancias y simples cosquillas porque quienes son capaces de arañarme hasta sangrar son otros, válidos y enteros, por los que fui capaz de morir y matar, pero nunca quise eso.
Y ahora la gallinita se va de este corral.