Las ventanas se cerraron de golpe, antes de que me diera tiempo a salir y no tuve más remedio que quedarme allí, escribiéndote con mi aliento que me sacaras de una puta vez, me recorrí la habitación cientos de veces, conté las interminables baldosas y acabé trepando por las paredes. Mientras tanto tú, desde fuera, te reías al tiempo que agitabas las llaves con el dedo índice y te recostabas en la silla de madera dejando en el aire las patas delanteras. Cuando se hizo de noche y el sol se fué, te levantaste para abrirme.
- Todo ha sido broma.
(Yo ya no estaba)