Entré en su casa sin demasiado entusiasmo, dándo un pequeño giro me llevó al comedor donde me esperaba una cena bastante apetitosa a la que la acompañaban dos velas blancas con una pequeña llama, ese detalle no me gustó, yo todavía no le había otorgado ese grado, no quería sus velas aún y me defraudó ver su debilidad tan pronto, manejable, moldeable, destructible y fácil de matar.
Me pareció ver que una de las velas se apagó con el aire que desprendió el portazo.